Palina
Palina era de mi tío, y mi tío se la encontró
en Bilbao, cuando fue atracado por unos ladrones. La perra se les tiró encima i
los atracadores huyeron asustados. Como que la perra había salvado la vida a mi
tío, él se la llevó a trabajar con él en el camión.
Mi tío y mi tía, que en ese
momento ya tenían una hija, mi prima, adoraban a Palina, sobretodo porque era
muy obediente. Cuando era la hora de comer, les ponían un plato de espaguetis
(dependiendo de lo que comieran ese día), ella se echaba al suelo y se lo comía,
y mis tíos no tenían que preocuparse de si el animal tenía más hambre o si se
les subía encima.
Todo cambió un poco cuando nació mi primo
pequeño. Mi tío trabajaba mucho, se pasaba muchos días fuera de casa. Mi tía,
como que no tenía tiempo de sacar a pasear a Palina, pidió a mis padres que se
quedaran con ella durante un tiempo y ellos aceptaron. Yo ya había nacido pero tan
solo era un bebe y mi padre se fijó en el comportamiento de Palina; un día a la
hora de comer, mi madre estaba cocinando y mi padre mirando la tele. Yo estaba
en el cochecito de bebe en el comedor y mi padre vio que Palina estaba debajo
del cochecito, y cuando yo me ponía a llorar, se levantaba a dos patas y miraba
si me pasaba algo, y cuando venía mi madre se iba a su rincón al lado de la
ventana. Todo el rato hacia lo mismo.
Todos adorábamos a Palina, menos mi
hermana pequeña porque cuando se le quería subir encima como si fuera un
caballo, la perra le mordía la mano.
Nunca supimos exactamente la edad de Palina,
porque cuando mi tío se la trajo de Bilbao, ya era una perra adulta i vivió con
él durante 19 años. Cuando se hizo vieja, se puso enferma y el veterinario le
dijo a mi tía que le habían salido unos tumores en el vientre porque nunca había
criado. Podían operarla, pero esa operación era muy cara y no le aseguraban que
la perra soportara la anestesia y se despertase. Mi tía prefirió dejar que
muriera sola, pero Palina estuvo muchos días aguantando hasta que llegara mi tío
del trabajo. Cuando él llegó, se lo repensaron y decidieron ponerle una
anestesia para que muriera sin sufrir.
Cuando le pusieron la inyección, Palina levantó
la cabeza, los miró a todos, y se durmió.
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